ACAPULCO, CASOS SIN RESOLVER
(Publicado en El Correo Canadiense)
Por Sergio Granillo
Una vez más, México es señalado por la opinión pública canadiense como un lugar peligroso, debido al asesinato del joven Adam DePrisco en las afueras de un club nocturno en el puerto de Acapulco. Casi de inmediato, la policía mexicana concluyó que el joven fue atropellado, pero se especula que fue asesinado a golpes; la familia exige profundizar en las investigaciones.
El 20 de febrero de 2006, Domenico y Annunziata Ianiero fueron asesinados en un hotel en Cancún, horas después del crimen, las autoridades mexicanas acusaron a dos mujeres canadienses, hospedadas en el mismo lugar y que, en la víspera de los hechos, abandonaron el país. A casi un año de distancia, persisten dudas sobre el crimen y las autoridades mexicanas ya lo dieron por concluido.
Aunque realmente no hay conexión directa entre ambos casos, sí existen coincidencias. Es innegable que el sistema policíaco y judicial de México es ineficiente, difícilmente se hacen investigaciones profesionales y los criminales suelen quedar sin castigo.
Sin embargo, ambos casos han tenido una excesiva resonancia en los medios, generando en la opinión pública canadiense un creciente temor a viajar a México.
La madrugada del 6 de enero (celebración del Día de Reyes, en que se dan regalos a los niños, los padres acostumbran salir de noche a hacer compras), también en Acapulco, una joven de clase media, gerente de una conocida tienda, llevaba las ganancias de la noche, salió del negocio acompañada de su marido, su automóvil fue interceptado por un grupo de asaltantes que portaban armas de alto calibre (conocidas como “cuerno de chivo”) y fueron atacados.
La joven murió en el acto, su marido gravemente herido logró llamar a la familia por su celular para informarles de lo ocurrido y su localización, enseguida entró en coma. Los criminales huyeron sin llevarse consigo el dinero. Este hecho es desconocido para la opinión pública, la información procede de una amiga mía, prima de la víctima.
Un crimen es un crimen, no importa la nacionalidad o el nivel económico, y en todo caso, las autoridades tienen la obligación hacer una investigación, aplicar la ley y hacer justicia. Si esto no ocurre así, no existe Estado de Derecho.
La diferencia entre los canadienses asesinados en Cancún y Acapulco, con la chica mexicana, es que la prensa internacional ha tomado el caso en sus manos y esto presiona a las autoridades mexicanas para que se resuelva. Todos merecen justicia, ¿o no?
El mismo día que se publicó en Canadá el caso del joven Adam DePrisco, aparecieron notas muy pequeñas sobre otros asesinatos cometidos en Toronto, el hecho es que el caso del joven canadiense asesinado en Acapulco resulta más escandaloso.
Los hechos relatados confirman la existencia de violencia y alta criminalidad en México, la cual afecta no sólo a los turistas, sino a todos los ciudadanos mexicanos. Más justicia, más eficiencia policíaca, menos morbo y guerra propagandística en aras de sostener los índices de afluencia turística.
Por Sergio Granillo
Una vez más, México es señalado por la opinión pública canadiense como un lugar peligroso, debido al asesinato del joven Adam DePrisco en las afueras de un club nocturno en el puerto de Acapulco. Casi de inmediato, la policía mexicana concluyó que el joven fue atropellado, pero se especula que fue asesinado a golpes; la familia exige profundizar en las investigaciones.
El 20 de febrero de 2006, Domenico y Annunziata Ianiero fueron asesinados en un hotel en Cancún, horas después del crimen, las autoridades mexicanas acusaron a dos mujeres canadienses, hospedadas en el mismo lugar y que, en la víspera de los hechos, abandonaron el país. A casi un año de distancia, persisten dudas sobre el crimen y las autoridades mexicanas ya lo dieron por concluido.
Aunque realmente no hay conexión directa entre ambos casos, sí existen coincidencias. Es innegable que el sistema policíaco y judicial de México es ineficiente, difícilmente se hacen investigaciones profesionales y los criminales suelen quedar sin castigo.
Sin embargo, ambos casos han tenido una excesiva resonancia en los medios, generando en la opinión pública canadiense un creciente temor a viajar a México.
La madrugada del 6 de enero (celebración del Día de Reyes, en que se dan regalos a los niños, los padres acostumbran salir de noche a hacer compras), también en Acapulco, una joven de clase media, gerente de una conocida tienda, llevaba las ganancias de la noche, salió del negocio acompañada de su marido, su automóvil fue interceptado por un grupo de asaltantes que portaban armas de alto calibre (conocidas como “cuerno de chivo”) y fueron atacados.
La joven murió en el acto, su marido gravemente herido logró llamar a la familia por su celular para informarles de lo ocurrido y su localización, enseguida entró en coma. Los criminales huyeron sin llevarse consigo el dinero. Este hecho es desconocido para la opinión pública, la información procede de una amiga mía, prima de la víctima.
Un crimen es un crimen, no importa la nacionalidad o el nivel económico, y en todo caso, las autoridades tienen la obligación hacer una investigación, aplicar la ley y hacer justicia. Si esto no ocurre así, no existe Estado de Derecho.
La diferencia entre los canadienses asesinados en Cancún y Acapulco, con la chica mexicana, es que la prensa internacional ha tomado el caso en sus manos y esto presiona a las autoridades mexicanas para que se resuelva. Todos merecen justicia, ¿o no?
El mismo día que se publicó en Canadá el caso del joven Adam DePrisco, aparecieron notas muy pequeñas sobre otros asesinatos cometidos en Toronto, el hecho es que el caso del joven canadiense asesinado en Acapulco resulta más escandaloso.
Los hechos relatados confirman la existencia de violencia y alta criminalidad en México, la cual afecta no sólo a los turistas, sino a todos los ciudadanos mexicanos. Más justicia, más eficiencia policíaca, menos morbo y guerra propagandística en aras de sostener los índices de afluencia turística.
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