REUNION TRILATERAL, DIALOGO DE SORDOS
Por Ricardo
Lozano
(Publicado en noviembre 22, 2021.)
La semana pasada en Washington, DC,
se reunieron los lideres de Estados Unidos, Canadá y México. La prensa al día
siguiente poco tuvo que decir… es casi como un chiste que empieza “han oído el
de que llegan a una reunión Joe Biden, Justin Trudeau y Andrés Manuel López
Obrador…”
Dicen que las imágenes hablan más
que mil palabras, siendo uno de los temas centrales la pandemia, ver al
presidente mexicano usando un cubrebocas desechable, mientras los otros
mandatarios usan prendas personalizadas en color negro, da una idea del peso
que cada uno da al Covid. Otra imagen muy reveladora fue cuando los tres se
sentaron a una mesa de diálogo, Biden frente a Trudeau y muy al fondo, de un
lado, AMLO.
En un mundo donde cada nación hace
planes para superar los costos multimillonarios post pandemia y un alto
desgaste político por las medidas sanitarias, era obligado que cada mandatario
trajera una agenda cargada políticamente con sus propios intereses. Al inicio
de la crisis por el Covid, se hablaba del fin del mundo global y un
resurgimiento del proteccionismo, y esta cumbre lo confirmó.
Estados Unidos vive un gran desgaste
político, no solo por cuestiones sanitarias, sino por el profundo divisionismo
partidista, que ha permeado en el rechazo popular al confinamiento y a las
nuevas regulaciones que obligan a muchos trabajadores a vacunarse.
México juega un importante rol en la
agenda estadounidense: la protección de la frontera y las crecientes olas de
migrantes. No es secreto que Biden ha presionado a AMLO para contener los
flujos migratorios y el tráfico humano (usualmente vinculado al narcotráfico).
Para Trudeau, en cambio, el tema más
sensible es la política proteccionista “Compra lo americano” (Buy American), particularmente
la iniciativa de un alto incentivo a quienes compren autos eléctricos hechos en
Estados Unidos, el cual en teoría seria violatorio del Acuerdo de Libre Comerio
y pondría en serios problemas a las contrapartes industriales en Canadá y
México. Según el primer ministro canadiense, en este tema logró el apoyo de
López Obrador.
Otro tema que necesita atender Canadá
es la relación con los grupos indígenas, en una cruzada por la “paz y la reconciliación”,
a partir de hechos de un pasado reciente que ha sido calificado de genocidio.
En su encuentro bilateral con AMLO, Trudeau buscó una conexión con el pueblo
mexicano, que por esencia es una mezcla racial entre españoles e indígenas.
Trudeau dijo que compartía con México un compromiso compartido a favor de los
pueblos indígenas, combatir su discriminación y desigualdad social (y
económica). Claro que él no sabe que, en México, los pueblos autóctonos solo
son un elemento decorativo de la historia, pero que política y socialmente prácticamente
son inexistentes, sin voz ni voto.
En la misma tónica, el líder
canadiense dijo que otro tema de “interés común” es la defensa del feminismo y
la promoción de los derechos de las mujeres en América Latina y el Caribe. Cabe
señalar que en ambos países existe el serio problema de la desaparición y
asesinatos de mujeres, tema que AMLO ha minimizado y ha calificado de
manipulación política.
Según fuentes del Gobierno Mexicano,
en su intervención, López Obrador dijo: “Las ventajas (del TLC) son muchas.
Entre otras, contamos con fuerza de trabajo joven y creativa, con desarrollo
tecnológico y con una gran riqueza de recursos naturales; la distancia entre
nuestros países nos permite ahorrar en transporte y existe suficiente demanda
en nuestros mercados.” Refiriéndose a los beneficios del acuerdo trilateral de
Norteamérica versus el creciente poderío económico de China. Palabras que
serian acertadas en otra era, antes de la pandemia y quizá durante la
ratificación del pacto, no ahora.
La misma fuente oficial cita los
discursos de Trudeau y Biden. El americano dedicó gran parte de su mensaje a
presumir sus avances en la vacunación contra el Covid, la aprobación de las
dosis para niños de 5 a 11 años y los refuerzos para el resto de la población
(la famosa 3ª dosis). El canadiense dijo: “Nuestra mayor prioridad, por supuesto,
es terminar con la COVID-19 y enfocarnos en la recuperación económica,
fortalecer las cadenas de abastecimiento e integrar la economía del bloque
norte para apoyar los empleos y a la clase media en nuestros tres países, y
esto va a ser respaldado por un acuerdo que pueda respaldar los derechos de los
trabajadores.”
Trudeau, que llegó a Washington un día
antes de la cumbre, aprovechó para tener reuniones con los lideres del congreso
americano, consciente de que el divisionismo partidario que prevalece requiere
gestionar el apoyo del poder legislativo para tratar de prevenir las medidas
proteccionistas del plan económico de Joe Biden. Igual se reunió con la
vicepresidenta Kamala Harris, quien estudió en Montreal, buscando la famosa
“conexión canadiense”.
Ciertamente, AMLO expresó ante los
mandatarios la necesidad de abrir los flujos migratorios que vienen del sur y,
aunque dijo reconocer el apoyo de Biden a los migrantes hispanos radicados
desde hace décadas en los Estados Unidos, su agenda no incluyó ninguna reunión
con los lideres de la comunidad hispana y solo saludo desde un balcón a un
grupo de mexicanos que hasta mariachi le llevó para darle la bienvenida… hecho
que algunos califican como una costumbre muy propia de los lideres
totalitarios.
A fin de cuentas, cada mandatario
fue la cumbre a defender sus propios intereses, influenciados por sus
respectivas agendas partidistas locales, en un mundo que lucha por dar
carpetazo al Covid y en espera de la redefinición de las relaciones comerciales
internacionales. Brillaron por su ausencia compromisos concretos, mucho ruido y
pocas nueces. Claramente, México comparte con Estados Unidos su poco interés
por combatir la crisis del cambio climático y, ultimadamente, prevalecen los
intereses económicos nacionales antes que de la región en su conjunto o la
protección a la ecología. Y, aun así, la relación trilateral tiene que
reconocer la codependencia geográfica, no se puede voltear la cara al hecho de
la insalvable vecindad geográfica. México siendo el muro de contención entre el
norte y el sur del continente.
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