VIAJANDO ENTRE OLAS
Por Ricardo Lozano
(Publicad en diciembre 25, 2021.
Cuando el mundo pensaba que lo peor
de la pandemia había pasado, llega Omicron, que más que una ola, se considera
un tsunami… Mientras que la variante anterior, Delta, duplica casos en 30 días,
la nueva mutación del Covid 19 los duplica en 2 días.
Una de las razones por las que esta
pandemia sigue y sigue, a diferencia de otras anteriores, es la gran movilidad
humana de este siglo. Mucha gente se desplaza por todo el planeta, ya sea
viajando por vacaciones o negocios, o los desplazamientos de gente que deja sus
lugares de origen en búsqueda de mejores horizontes, ya sea como emigrantes
legales, ilegales o refugiados.
Yo tuve la oportunidad de viajar,
digamos “entre olas”, justo cuando el turismo mundial se empezaba a reactivar
después de año y medio de fronteras cerradas, y poco antes de la explosión
viral de Omicron.
El destino fue Islandia un lugar exótico
y fascinante, localizado dentro del circulo ártico, una isla al norte de la
Gran Bretaña, formada por material volcánico y partes cubiertas en glaciares.
Situada justo donde se juntan las placas tectónicas norteamericana y Euroasiática.
Viajar en estos días es muy complicado
por las diversas medidas sanitarias de cada país. Para entrar a Canadá se debe
presentar una prueba de PCR negativa, hecha menos de 72 horas antes del vuelo,
y llenar un largo cuestionario de salud en línea. Igualmente, para entrar a
Islandia hay que presentar una prueba rápida de antígeno y también llenar un
cuestionario en línea.
Llegando por primera vez a mi hotel
en Reikiavik, quería registrarme pronto y dejar maletas en el cuarto para tomar
el autobús del primer paseo. El joven encargado de recepción, que fue de gran
ayuda, resultó ser originario de Palestina, y me contó que su mamá vivía en
Texas, y ella veía la situación de los mexicanos que cruzaban la frontera con
Estados Unidos; coincidimos en que se parece a la relación entre Israel y la
gente de Cisjordania (Palestina), que habitan un territorio también dividido
por un muro.
Otro día, en el mismo hotel, conocí
a una chica en recepción, originaria de Venezuela, que vivió en España y terminó
mudándose a Islandia. En otra ocasión, en un mini super encontramos que estaba
atendida por dos jóvenes de raza negra, muy probablemente provenientes de África.
En esa tierra fundada hace siglos
por los vikingos que, en plena Edad Media, ejercían un gobierno parlamentario,
mientras Europa era gobernador por reyes, es una sorpresa encontrar comida y
bebidas mexicanas. De paseo por el bello centro de la ciudad, ya con adornos
navideños, nos topamos con un pequeño restaurante que ofrecía comida libanesa,
autenticas pizzas italianas, burritos, vino europeo y refrescos Jarritos.
¿Cómo y por qué llegan a este
retirado confín del planeta productos mexicanos? Es otra prueba de la intensa
movilidad de gente y mercancías por todo el globo, parte de la globalización.
Y otra grata sorpresa fue encontrar
en una estación de autobuses, antaño sucia y fea -leímos por ahí- convertida en
un moderno centro de comida rápida, donde no solo pudimos degustar un pescado
islandés presuntamente mejor que el salmón, helados italianos, pastelería
noruega, y auténticos tacos mexicanos. No podía dejar de probarlos, y me enteré
que el encargado del negocio era mexicano, de Guanajuato.
Parece increíble que en esas tierras
donde en el verano no se oculta nunca el sol y en el invierno la luz del día
solo dura solo unas pocas horas, haya gente de tantas partes del mundo.
El viaje me permitió ver de primera
mano cómo Covid ha afectado literalmente a todo el planeta, además de vivir las
medidas sanitarias antes narradas, de oír comentarios en el hotel de europeos
quejándose del uso obligatorio de los cubrebocas, lo complicado que fue tener
sus pruebas a tiempo y la necesidad de tomar distancia social.
Para volver a Canadá, tuve que hacer
otra prueba de PCR y llenar un formulario. Al dejar el hotel nos comentaron que
nuestro tiempo fue perfecto, que estaban por imponer a cualquier visitante
permanecer unos días en cuarentena al entrar a Islandia.
Al aterrizar en Toronto, el paso por
inmigración fue complicado, habían llegado varios vuelos probablemente de India
y del Medio Oriente, las filas eran enormes y -quizá no tanto para mi sorpresa-
de toda esa gente llegando a Canadá, muchos pasaron directo a la oficina donde
se registran los inmigrantes que vienen a quedarse en este país de forma
definitiva.
Volvemos a mi punto, en este siglo
mucha gente se desplaza por todo el planeta y más allá de las repercusiones
económicas, políticas y sociales, en estos momentos, ése es otro de los
detonadores de la reincidencia y la prolongación de la pandemia.
México no es la excepción. Algunos
pensaran que por razones económicas no mucha gente viaja al extranjero, pero no
olvidemos que el país es uno de los más importantes centros turísticos del
mundo que recibe, casi sin condiciones ni restricciones, millones de visitantes
cada año. Además, el constante flujo de gente foránea de camino hacia la
frontera norte, no únicamente provenientes de Centro América, sino del Caribe y
aun de lugares tan lejanos como África y Medio Oriente, que se han sumado a las
famosas caravanas.
Si bien los científicos han dicho
que la nueva variante del Covid parece menos letal (en especial para los
vacunados), el volumen que genera de personas contagiadas esta presionando a
muchas naciones a tomar medidas extremas para contener su propagación. Un
problema adicional es que, tras casi de 2 años de pandemia, muchos médicos y
enfermeras están dejando las filas laborales y otros están aislados porque ya
están contagiados; dejando a hospitales sin personal suficiente para atender la
nueva marejada de pacientes que se viene. ¡No podemos bajar la guardia!
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