LA NUEVA LUCHA DE CLASES POST-PANDEMIA
Por Ricardo
Lozano
(Publicado en octubre 24, 2021.)
En la mayoría de los países del
primer mundo, donde la pandemia está siendo controlada con altos niveles de
vacunación de la población, un nuevo fenómeno social está ocurriendo: el
surgimiento de dos clases sociales, los vacunados y los que no quieren vacunarse.
Si mucha gente que ha caído en las
falacias del movimiento anti Covid y anti vacunas, no se convenció de la
realidad de la pandemia, ahora tendrán que repensar el tema que ha pasado de
ser un caso de emergencia médica a un conflicto político, legal y social.
Me explico. En Canadá, se han venido
estableciendo reglas federales y provinciales para obligar a la gente a
vacunarse. Todos los empleados del gobierno federal, el personal médico,
maestros y muchas compañías privadas han implementado órdenes legales para que
su gente tenga sus vacunas para conservar sus trabajos. Incluso se está
analizando la posibilidad de que, si algún trabajador se rehusa a ser vacunado
y es despedido, no tenga derecho al seguro de desempleo.
Eso es en el terreno laboral, en
cuanto a la vida social, ahora será obligatorio estar vacunado para subirse a
un avión o tomar un tren. Si uno quiere entrar a un restaurante, un bar, un
gimnasio, al cine, un estadio o un auditorio, tendrá que estar vacunado.
Los hospitales, que también han
impuesto la vacunación obligatoria entre su personal, ahora estudian la
posibilidad de que toda persona que desee entrar acompañando o a visitar a un
paciente, también deberá estar vacunado.
Por su parte, después de 20 meses
con fronteras terrestres cerradas y bloqueo completo a gente de varias
naciones, Estados Unidos anunció su reapertura a partir del 8 de noviembre.
Hasta ahora era factible entrar al país vecino por aire solo presentando prueba
negativa de Covid, pero las reglas han cambiado, ahora tendrán que presentar -en
muchos casos- prueba negativa y comprobar que están vacunados.
La siguiente complicación es lo que
cada país considera “estar totalmente vacunado”, pues cada nación aprobó
distintas marcas de vacuna.
Todo esto presenta un nuevo esquema
de clases sociales, la gente que por razones sanitarias y por convicción
decidió vacunarse, sin saberlo, estaba dando un paso adelante para entrar al
grupo privilegiado que podrá recuperar sus libertades de movilidad
internacional, acceso a negocios y eventos sociales, pero sobre todo a
conservar su empleo.
En una realidad que cambia a gran
velocidad, solo hace unos meses, la idea era conseguir cualquier vacuna que
estuviera disponible, porque la meta era estar protegido del Coronavirus; en
muchos casos la gente se puso dos marcas diferentes de vacunas, unas veces
vetado por las autoridades, otras veces impulsado por ellas mismas.
Ahora, el termino “completamente
vacunado (al menos 2 dosis)” aplica únicamente a gente que recibió sus dos
inyecciones de la misma marca.
Este laberinto pandémico, que empezó
como una crisis sanitaria, pasó entonces al terreno político y legal, ahora
toca el territorio de la vida diaria, la social. Canadá se negaba a seguir el
ejemplo de los países europeos que desde hace meses empezaron a promover los
pasaportes de salud, o sea la versión electrónica de las pruebas de vacunación,
para facilitar esta interacción de la gente con los negocios y empleadores. Es
más práctico tener un código digital que sacar papeles e identificaciones. El
punto era hacer más expedito el trámite para comprobar tu nuevo estatus social.
Aunque en menor cantidad,
ciertamente en Canadá hay gente que se opone a esta nueva diferenciación social
y a las vacunas; algunos llevaron el caso a la corte argumentando que se
violaban sus derechos humanos y libertades básicas. La respuesta fue tajante:
en casos de salud pública, no hay violación a los derechos individuales.
México han no ha llegado a este
punto, pero ciertamente tendrá que hacerlo. Los primeros roces entre los
ámbitos político, judicial y sanitario, es el caso del mandato judicial al
parecer ganado por los ciudadanos para obligar el gobierno a “vacunar niños”.
Los niños vienen a ser una tercera
clase social. En este caso, el criterio fundamental debe ser el científico,
pues en Estados Unidos y Canadá, Pfizer ha tenido que realizar un intenso
proceso de validación y muestreo (experimentación con menores) para definir la
dosis apropiada y demostrar que no hay efectos adversos. Al momento la vacuna
para mayores de 12 anos ya fue aprobada, en breve seria aprobada la dosis
especial para niños de 5 a 11 años.
En México el tema es muy delicado,
pues a nivel mundial ha sido Pfizer la única farmacéutica aprobada para administrar
su producto a menores de edad, y sabemos que en el país no hay suficientes
vacunas de esa marca para cubrir la demanda. Involucrar partidos políticos,
diputados y jueces para obligar al Estado a vacunar indiscriminadamente a niños
de todas edades podría ser un acto más peligroso que abstenerse por ahora, y
seguir los lineamientos de la ciencia.
Poco a poco el tema del Covid y sus
vacunas sigue alterando el mundo como lo conocíamos y va dando forma a una
nueva normalidad. Lo que era un tema de salud, después fue materia política,
legal y ahora marca una diferencia en la estructura social: de un lado, gente
con plenos derechos para usar medios de transporte, viajar, conservar su
trabajo, ir a la escuela, entrar a un restaurante, divertirse en un bar o un
partido de futbol… y, del otro, aquellos que no podrán hacerlo.
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