¿HACER DINERO O GANAR DINERO?

(Publicado en El Correo Canadiense)
Por Sergio Granillo

Las diferencias del lenguaje entre el inglés y el español reflejan dos modos distintos de ver el mundo. Mientras los que hablamos español decimos que trabajamos para “ganar dinero”, los angloparlantes dicen “make money”, o “hacer dinero”.

El término ganar se distingue por el factor suerte, porque igual se “gana dinero” trabajando, que se “gana dinero” como se gana un premio o la lotería.

En inglés, se “hace dinero” con el trabajo, es decir, se invierte una cierta cantidad de esfuerzo y tiempo, como una fórmula matemática que resulta en la obtención de los “medios” necesarios para pagar todo lo que hace falta para vivir. Pero se descarta el factor suerte. Uno encuentra un trabajo, obedece (ciegamente las reglas) y se asegura un ingreso.

Para la gente que emigra, esta definición es más sentida, pues el mundo laboral sajón parece un laberinto donde la gente queda atrapada en “cajones”, cuadrados y cerrados; dónde la gente es etiquetada como un número en la nómina y es convertido en otro “soldadito” de ventas.

Inútil es buscar escalar a una posición apropiada a la capacidad y experiencia, en este laberinto laboral; la gente se somete a la mediocridad de las clases trabajadoras locales y tiene que asumir una actitud de sometimiento y conformidad, para poder mantenerse “haciendo dinero”.

En los países latinos, “ganar dinero” va de la mano de la suerte, si eres amigo de alguien, pariente de alguien, le caes bien a alguien o te acuestas con alguien, tu desarrollo en el trabajo evoluciona rápidamente y se alcanzan posiciones inimaginables.

La pregunta es qué pasó con la evaluación del desempeño, la justicia laboral y la apertura de oportunidades al talento.

El gobierno canadiense está haciendo una intensa campaña en medios para decirle a los patrones (empleadores, sería la traducción real) que busquen en las filas de sus “soldaditos” a los inmigrantes que, teniendo estudios universitarios, postgrados y muchos años de experiencia, deben trabajar en empleos creados para personas sin estudios ni habilidades intelectuales superiores.

No es por caridad, sino que obedece a un acto de elemental justicia y a máximas económicas básicas, como es la competitividad y la ventaja comparativa.

Un inmigrante calificado puede ser el mejor limpia pisos de una oficina, pero si la empresa le diera oportunidad de ejercer sus habilidades y conocimientos, como por ejemplo en desarrollo de software, quizá el cuerpo de limpiadores perdería a su mejor elemento, pero el equipo de IT podría elevar las ventas de la compañía, generando millones de dólares extras.

No dar oportunidades justas a los inmigrantes significa perder competitividad en el mercado y dejar de aprovechar habilidades profesionales que se traducen en ganancias para las empresas.

Ya sea para hacer o ganar dinero, hay que ver el trabajo como una oportunidad de desarrollo y realización humana, de acuerdo a las habilidades y el esfuerzo de cada persona, que se traduzcan en beneficios para empleados y empresas.

* Periodista mexicano
(sergio.granillo@rogers.com)

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