LAS CRISIS POLITICAS
(Publicado en El Correo Canadiense)
Por Sergio Granillo
En la primavera del 2005, a raíz del escándalo de desviación de recursos en la administración del Primer Ministro Paul Martin, se empezó a hablar con insistencia de la posibilidad de convocar a elecciones para sacarlo del poder. Hoy está fuera…
¿Cómo se hace política en Canadá?
Recién llegaba a Canadá y me enteré del desvío de fondos públicos en el gobierno federal canadiense; la sorpresa fue saber cómo una nación como Canadá puede convocar a elecciones, hacer campañas políticas, efectuar la jornada electoral, y llevar a cabo un cambio completo de poderes en cuestión de semanas.
La realidad de América Latina es muy distinta. Por ejemplo, México quiere abrir las votaciones a los ciudadanos que radican en otras naciones, predominantemente en los Estados Unidos –que constituyen una influencia importante-; y aunque el Congreso ya lo aprobó, el titular del Instituto Federal Electoral negó su factibilidad, pues para llevarlo a cabo, requeriría prácticamente duplicar el presupuesto total con el que cuenta.
Y entramos a un punto clave, el costo y la logística de las elecciones. En dos cosas se gasta demasiado: en las campañas políticas que en algunos casos duran años, como está ocurriendo en México desde el segundo año de ejercicio del Presidente Fox, que enriquecen solo a los dueños de los medios de comunicación (propiedad de un par de magnates); y en la multitud de medidas que se toman para evitar el fraude electoral.
No existe una genuina oferta política de carácter ideológico, predomina la gente de escasa formación académica, y tiene más posibilidades de ganar el que invierte más en propaganda; predomina una cultura de la desconfianza y la corrupción, lo que obliga a tomar medidas de seguridad excesivas y altamente burocráticas; existe un alto riesgo de inestabilidad política que puede afectar seriamente la estructura económica y desatar una crisis.
¿Qué pasa en Canadá?
El fenómeno de la corrupción gubernamental parece estar también presente, sin embargo, aunque se acaba de anunciar el inicio de campañas políticas, el mundo de los negocios, la vida de los ciudadanos, todo sigue su curso. Se percibe una gran estabilidad social, se nota algo que en muchos de los países de América Latina ya no existe, el Estado de Derecho.
Y dice el diccionario: “El Estado de Derecho es un concepto de teoría política, jurídica y moral; se refiere a aquel Estado controlado por el Derecho y aquel Derecho legitimo (democrático); su principal rasgo es el principio de legalidad también conocido como Imperio de la ley, que protege y garantiza determinados derechos y libertades que históricamente se consideran fundamentales; y mantiene una separación de las funciones legislativa, ejecutiva y judicial.”
Esto quiere decir que aunque se denuncien fallas de la gente que está en el gobierno, hay mecanismos legales que permiten tomar medidas correctivas, y el cambio de personas no altera sustancialmente la vida de Canadá, es posible planear con seguridad, sea cual sea el cambio después de las elecciones, se sabe que no habrá cambios dramáticos en la forma de conducir el país, salvo aquellas cuestiones propias del libre mercado, como ocurrió con los precios de la gasolina.
No obstante, existen otros riesgos. En el caso de Toronto, la ciudad más grande e importante de Canadá, por ser su principal centro económico y financiero, se está presentando de manera creciente casos de violencia en áreas predominantemente de minorías raciales…
Como dice mi abuela, “si ves las barbas del vecino cortar, echa las tuyas a remojar”. El caso de la violencia urbana casi incontenible en Francia, desatada por la muerte de un par de jóvenes negros, ha sido comparado con aquella oleada de levantamientos sociales a mediados de la década de los 60’s, que se extendió por varias naciones de América Latina.
En aquella época los grupos rebeldes eran los estudiantes, ahora - producto de la globalización-, las tensiones sociales en las naciones del primer mundo, están generándose en los grupos de inmigrantes… en aquellas “minorías visibles’ que reclaman un lugar en la sociedad, con sus beneficios económicos.
Cuando las clases políticas se enfrascan en sus pleitos “palaciegos”, se alejan de la verdadera problemática social. Por ahora, Canadá goza de una gran estabilidad política, social y económica; pero existen algunos “focos amarillos”, como la violencia urbana que empieza a salir de control.
Visto desde la Corona (inglesa, por supuesto), pareciera que la mayor preocupación de desequilibrios políticos al otro lado del océano, en la tierra plebeya de la hoja de maple, son las inquietudes de la comunidad francófona y su ancestral separatismo, que con la reciente elección de la Gobernadora General, extraída de las tierras en rebeldía, con una historia de cuento de hadas y su paso por los medios masivos, parece estar bajo control.
Por Sergio Granillo
En la primavera del 2005, a raíz del escándalo de desviación de recursos en la administración del Primer Ministro Paul Martin, se empezó a hablar con insistencia de la posibilidad de convocar a elecciones para sacarlo del poder. Hoy está fuera…
¿Cómo se hace política en Canadá?
Recién llegaba a Canadá y me enteré del desvío de fondos públicos en el gobierno federal canadiense; la sorpresa fue saber cómo una nación como Canadá puede convocar a elecciones, hacer campañas políticas, efectuar la jornada electoral, y llevar a cabo un cambio completo de poderes en cuestión de semanas.
La realidad de América Latina es muy distinta. Por ejemplo, México quiere abrir las votaciones a los ciudadanos que radican en otras naciones, predominantemente en los Estados Unidos –que constituyen una influencia importante-; y aunque el Congreso ya lo aprobó, el titular del Instituto Federal Electoral negó su factibilidad, pues para llevarlo a cabo, requeriría prácticamente duplicar el presupuesto total con el que cuenta.
Y entramos a un punto clave, el costo y la logística de las elecciones. En dos cosas se gasta demasiado: en las campañas políticas que en algunos casos duran años, como está ocurriendo en México desde el segundo año de ejercicio del Presidente Fox, que enriquecen solo a los dueños de los medios de comunicación (propiedad de un par de magnates); y en la multitud de medidas que se toman para evitar el fraude electoral.
No existe una genuina oferta política de carácter ideológico, predomina la gente de escasa formación académica, y tiene más posibilidades de ganar el que invierte más en propaganda; predomina una cultura de la desconfianza y la corrupción, lo que obliga a tomar medidas de seguridad excesivas y altamente burocráticas; existe un alto riesgo de inestabilidad política que puede afectar seriamente la estructura económica y desatar una crisis.
¿Qué pasa en Canadá?
El fenómeno de la corrupción gubernamental parece estar también presente, sin embargo, aunque se acaba de anunciar el inicio de campañas políticas, el mundo de los negocios, la vida de los ciudadanos, todo sigue su curso. Se percibe una gran estabilidad social, se nota algo que en muchos de los países de América Latina ya no existe, el Estado de Derecho.
Y dice el diccionario: “El Estado de Derecho es un concepto de teoría política, jurídica y moral; se refiere a aquel Estado controlado por el Derecho y aquel Derecho legitimo (democrático); su principal rasgo es el principio de legalidad también conocido como Imperio de la ley, que protege y garantiza determinados derechos y libertades que históricamente se consideran fundamentales; y mantiene una separación de las funciones legislativa, ejecutiva y judicial.”
Esto quiere decir que aunque se denuncien fallas de la gente que está en el gobierno, hay mecanismos legales que permiten tomar medidas correctivas, y el cambio de personas no altera sustancialmente la vida de Canadá, es posible planear con seguridad, sea cual sea el cambio después de las elecciones, se sabe que no habrá cambios dramáticos en la forma de conducir el país, salvo aquellas cuestiones propias del libre mercado, como ocurrió con los precios de la gasolina.
No obstante, existen otros riesgos. En el caso de Toronto, la ciudad más grande e importante de Canadá, por ser su principal centro económico y financiero, se está presentando de manera creciente casos de violencia en áreas predominantemente de minorías raciales…
Como dice mi abuela, “si ves las barbas del vecino cortar, echa las tuyas a remojar”. El caso de la violencia urbana casi incontenible en Francia, desatada por la muerte de un par de jóvenes negros, ha sido comparado con aquella oleada de levantamientos sociales a mediados de la década de los 60’s, que se extendió por varias naciones de América Latina.
En aquella época los grupos rebeldes eran los estudiantes, ahora - producto de la globalización-, las tensiones sociales en las naciones del primer mundo, están generándose en los grupos de inmigrantes… en aquellas “minorías visibles’ que reclaman un lugar en la sociedad, con sus beneficios económicos.
Cuando las clases políticas se enfrascan en sus pleitos “palaciegos”, se alejan de la verdadera problemática social. Por ahora, Canadá goza de una gran estabilidad política, social y económica; pero existen algunos “focos amarillos”, como la violencia urbana que empieza a salir de control.
Visto desde la Corona (inglesa, por supuesto), pareciera que la mayor preocupación de desequilibrios políticos al otro lado del océano, en la tierra plebeya de la hoja de maple, son las inquietudes de la comunidad francófona y su ancestral separatismo, que con la reciente elección de la Gobernadora General, extraída de las tierras en rebeldía, con una historia de cuento de hadas y su paso por los medios masivos, parece estar bajo control.
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