“WE ARE AMERICA”: EL GRITO INMIGRANTE
(Publicado en El Correo Canadiense)
Por Sergio Granillo
“We are America”, “proud to be immigrant”, “a day without Latinos”, y “I am not a criminal”, se leía en sus pancartas de cientos de miles de inmigrantes ilegales que tomaron las calles de importantes ciudades de Estados Unidos, marchando contra una propuesta de ley que los convertiría en criminales;
Desde el viernes 24 de marzo y por varios días, se sucedieron en Los Angeles, Phoenix, Chicago, Atlanta, Milwaukee, New Jersey y Cleveland, multitudinarias manifestaciones de inmigrantes latinos, exigiendo una amnistía que legalice su estatus en Norteamérica, y en contra de una propuesta de ley que afectaría a más de 11 millones de personas.
Al menos 500 mil manifestantes desfilaron por las calles de manera pacífica, cargando banderas americanas, banderas de sus países de origen -principalmente de México-, y el simbólico estandarte de la Virgen de Guadalupe.
El uso de símbolos y la logística de estas manifestaciones masivas, nos hablan de la existencia de líderes y de un “conciencia de clase”; no se trata de grupos dispersos, sino un estrato social presente en casi todo el territorio, capaz de responder a un llamado para formar un frente común y exigir el respeto a sus derechos. Los inmigrantes indocumentados ya son parte de Estados Unidos, de su sociedad, su economía y su cultura.
¿Se van o se quedan? Esa es la cuestión, y dos las alternativas: El peor escenario es que pase la propuesta de ley HR 4437 convirtiendo a los inmigrantes ilegales en delincuentes; esto podría devenir en una deportación masiva, generar enfrentamientos violentos, el uso de la fuerza armada y la eventual creación de una especie de GESTAPO americana, que premie a soplones por denunciar a ilegales, sin mencionar los efectos económicos que esto traería para Estados Unidos.
La otra opción, la amnistía, tampoco parece ser el mejor escenario, porque primero se tendría que reforzar la amplísima franja fronteriza con una eventual militarización; pues legalizar inmigrantes, atraería a multitudes de personas allende el Río Bravo.
Una tercera alternativa, pudiera ser mantener el estado de cosas, o sea, ningún cambio.
Las millones de personas que viven y trabajan en los Estados Unidos sin documentos legales han arriesgado sus vidas para llegar ahí, huyendo de la miseria y la falta de oportunidades en los países de América Latina. Se encuentran totalmente desamparados, les son negados todos sus derechos humanos…
Los gobiernos de las naciones de donde provienen, principalmente México, les han dado la espalda. Han fallado en materia de desarrollo económico, y desconocen que las remesas que envían estas personas a sus familias, se han constituido en pilares de sus economías; y además guardan ominoso silencio.
Antes de la cumbre entre Vicente Fox, George Bush y Stephen Harper celebrada en Cancún, -indican reportes periodísticos en Canadá-, Fox se comunicó con Harper pidiéndole que amplíe el programa de inmigrantes para mexicanos, pidiendo empleo a obreros, meseros, y otros trabajos de bajo ingreso y duro ejercicio, y no sólo para campesinos.
Con una carga de intolerancia, xenofobia e ignorancia, muchos ciudadanos americanos exigen que se saque del país a los ilegales, pues están violando la ley. Ignoran que es poco menos que imposible inmigrar de manera legal a los Estados Unidos, son contados los casos en que se puede conseguir una visa temporal de trabajo; tan sólo solicitar una visa de turista para los mexicanos implica someterse a humillaciones de parte de los cuerpos diplomáticos. Muy distinto el caso de los programas migratorios que tiene Canadá, que sin ser perfectos, sí dan opciones a las personas que desean inmigrar a este país.
Los extremistas americanos exigen que salgan de su país los “criminales”; no se dan cuenta que en las principales ciudades fronterizas de los Estados Unidos viven como magnates muchos de los líderes del tráfico de drogas, pero a ellos no se les niegan papeles, al contrario, se les trata como empresarios. Los pobres que llegan a ofrecer mano de obra barata y competente, lejos de que se les trate como empleados, podrían ser catalogados como criminales.
Hacer cumplir la ley, en este caso, no tiene nada que ver con hacer justicia.
Y me parece que los inmigrantes “ilegales” se van a quedar en Estados Unidos a cualquier precio, por las buenas o por las malas, porque ya son parte de esa nación y porque no tienen a donde regresar; y como dicen los “gringos”, ellos tendrán que aprender a vivir con eso.
Por Sergio Granillo
“We are America”, “proud to be immigrant”, “a day without Latinos”, y “I am not a criminal”, se leía en sus pancartas de cientos de miles de inmigrantes ilegales que tomaron las calles de importantes ciudades de Estados Unidos, marchando contra una propuesta de ley que los convertiría en criminales;
Desde el viernes 24 de marzo y por varios días, se sucedieron en Los Angeles, Phoenix, Chicago, Atlanta, Milwaukee, New Jersey y Cleveland, multitudinarias manifestaciones de inmigrantes latinos, exigiendo una amnistía que legalice su estatus en Norteamérica, y en contra de una propuesta de ley que afectaría a más de 11 millones de personas.
Al menos 500 mil manifestantes desfilaron por las calles de manera pacífica, cargando banderas americanas, banderas de sus países de origen -principalmente de México-, y el simbólico estandarte de la Virgen de Guadalupe.
El uso de símbolos y la logística de estas manifestaciones masivas, nos hablan de la existencia de líderes y de un “conciencia de clase”; no se trata de grupos dispersos, sino un estrato social presente en casi todo el territorio, capaz de responder a un llamado para formar un frente común y exigir el respeto a sus derechos. Los inmigrantes indocumentados ya son parte de Estados Unidos, de su sociedad, su economía y su cultura.
¿Se van o se quedan? Esa es la cuestión, y dos las alternativas: El peor escenario es que pase la propuesta de ley HR 4437 convirtiendo a los inmigrantes ilegales en delincuentes; esto podría devenir en una deportación masiva, generar enfrentamientos violentos, el uso de la fuerza armada y la eventual creación de una especie de GESTAPO americana, que premie a soplones por denunciar a ilegales, sin mencionar los efectos económicos que esto traería para Estados Unidos.
La otra opción, la amnistía, tampoco parece ser el mejor escenario, porque primero se tendría que reforzar la amplísima franja fronteriza con una eventual militarización; pues legalizar inmigrantes, atraería a multitudes de personas allende el Río Bravo.
Una tercera alternativa, pudiera ser mantener el estado de cosas, o sea, ningún cambio.
Las millones de personas que viven y trabajan en los Estados Unidos sin documentos legales han arriesgado sus vidas para llegar ahí, huyendo de la miseria y la falta de oportunidades en los países de América Latina. Se encuentran totalmente desamparados, les son negados todos sus derechos humanos…
Los gobiernos de las naciones de donde provienen, principalmente México, les han dado la espalda. Han fallado en materia de desarrollo económico, y desconocen que las remesas que envían estas personas a sus familias, se han constituido en pilares de sus economías; y además guardan ominoso silencio.
Antes de la cumbre entre Vicente Fox, George Bush y Stephen Harper celebrada en Cancún, -indican reportes periodísticos en Canadá-, Fox se comunicó con Harper pidiéndole que amplíe el programa de inmigrantes para mexicanos, pidiendo empleo a obreros, meseros, y otros trabajos de bajo ingreso y duro ejercicio, y no sólo para campesinos.
Con una carga de intolerancia, xenofobia e ignorancia, muchos ciudadanos americanos exigen que se saque del país a los ilegales, pues están violando la ley. Ignoran que es poco menos que imposible inmigrar de manera legal a los Estados Unidos, son contados los casos en que se puede conseguir una visa temporal de trabajo; tan sólo solicitar una visa de turista para los mexicanos implica someterse a humillaciones de parte de los cuerpos diplomáticos. Muy distinto el caso de los programas migratorios que tiene Canadá, que sin ser perfectos, sí dan opciones a las personas que desean inmigrar a este país.
Los extremistas americanos exigen que salgan de su país los “criminales”; no se dan cuenta que en las principales ciudades fronterizas de los Estados Unidos viven como magnates muchos de los líderes del tráfico de drogas, pero a ellos no se les niegan papeles, al contrario, se les trata como empresarios. Los pobres que llegan a ofrecer mano de obra barata y competente, lejos de que se les trate como empleados, podrían ser catalogados como criminales.
Hacer cumplir la ley, en este caso, no tiene nada que ver con hacer justicia.
Y me parece que los inmigrantes “ilegales” se van a quedar en Estados Unidos a cualquier precio, por las buenas o por las malas, porque ya son parte de esa nación y porque no tienen a donde regresar; y como dicen los “gringos”, ellos tendrán que aprender a vivir con eso.
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