MÉXICO: UNA DEMOCRACIA APÓCRIFA

(Publicado en El Correo Canadiense)
Por Sergio Granillo

El derrocamiento de la dictadura priista en el año 2000 en México no logró madurar en una democracia; así quedó demostrado en las elecciones presidenciales, donde un liderazgo populista fue subyugado por el poder oficialista, la mano negra del clero católico y votos “duros” de algunos sectores del PRI en busca de supervivencia.

La democracia mexicana dura solamente un día cada 6 años, con un “medio tiempo” cada tres –elecciones intermedias-. Solo un día los muros del poder se abren para preguntar a sus súbditos a quién eligen para que continúe abusando de ellos.

Sexenio tras sexenio, el ritual se repite, con promesas de prosperidad, combate a la pobreza, trabajo para todos y combate al crimen. Tras emitir su voto, el pueblo suele aceptar la decisión, cualquiera que sea, y vuelve mansamente al silencio y la sumisión; arriba, nadie vuelve a consultarlos ni a defender sus derechos, la representatividad no existe.

Andrés Manuel López Obrador, candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), ex-alcalde de la Ciudad de México era el candidato de las masas populares, y aunque su administración estuvo plagada de escándalos de corrupción, hizo obras y programas que tenían contentos a los ciudadanos; “pan y circo”.

Felipe Calderón, ex-líder del Partido Acción Nacional (PAN), manera repentina se convirtió en “candidato de unidad” dentro de un partido que recién estrenó las mieles del poder y, como quedó demostrado en las elecciones del 2 de julio, supo ejercer las estrategias de manipulación del voto, copiando a los “dinosaurios” que siempre cirticó.

Asumiendo que el PAN es honestamente candidato de las clases medias, los números totales no ajustaban para darle el triunfo, pues ni toda la clase media votando al unísono suma una cantidad de votos tan grande como los mexicanos pobres.

Pobres mexicanos, muchos quedaron subyugados por la propaganda política del terror que afirmaba que de ganar el PRD, México tendría un gobierno comunista; repitiendo la estrategia de George W. Bush para ganar su reelección en los Estados Unidos.

El PRI está muerto, pero sus integrantes huyen como ratas del barco hundido y se refugian donde pueden; no es difícil creer que a cambio de favores políticos, tales como abultamientos presupuestales a favor de alcaldes y hasta de gobernadores, hayan logrado añadir votos a favor del oscuro candidato del PAN.

Con una elección “ganada” por una diferencia de 0.6%, un Congreso dividido en 3 bandos y un candidato “ganador” sin carisma popular ni sentido político, los mexicanos están llenos de sospechas y frustraciones; las tensiones sociales se acrecientan y definitivamente, lo que se vivió el pasado 2 de julio no se puede llamar democracia.

Ganó un partido, pero no los mexicanos. El triunfo de Calderón, en nada se parece al triunfo de Fox, aquél sí fue democrático, pero al final decepcionó. El poder no se negocia, se arrebata; la lucha por la Presidencia continúa…

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