EL VUELO DEL “PATITO” CANADIENSE
(Publicado en El Correo Canadiense)
Por Sergio Granillo
La moneda canadiense, representada por un pato (“Looney”) ha emprendido un vuelo muy por encima de las predicciones económicas y financieras, no sólo en comparación con el dólar americano, sino frente a otras divisas como el Euro y la Libra Esterlina.
Los canadienses se encuentran sorprendidos y confundidos ante el fenómeno y algunos reclaman que esa “riqueza” se refleje en sus bolsillos.
Nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que va a pasar, pero desde un punto de vista global, la cuestión más importante es la separación de los lazos históricos estructurales entre los Estados Unidos y Canadá. Ambas economías han estado vinculadas desde hace mucho tiempo, debido –claro- a la vecindad territorial.
No debería sorprender en tiempos de la globalización económica que las fronteras territoriales hayan sido superadas gracias a los avances tecnológicos. Una de las premisas de la globalización es que si alguien fabrica cierto producto más barato que tú, debes dejar de producirlo y comprárselo, donde quiera que éste se encuentre.
Desde hace más de una década, los grandes capitales comenzaron a moverse por todo el planeta, en un momento fue Sudamérica el destino de las grandes inversiones en busca de mano de obra barata, luego aparecieron los Tigres Asiáticos, ahora el dinero se reparte entre India, China y Medio Oriente.
En todo este ir y venir de capitales, Estados Unidos siempre había sido el líder. Prácticamente todas las transacciones financieras y mercantiles internacionales se llevaban a cabo bajo un común denominador, el Dólar Americano. Y es que esta moneda era la más sólida, la más estable y la más poderosa del planeta.
Eso es historia. Desde el año 2002, cuando el Euro comenzó a sobrepasar el tipo de cambio contra el Dólar, sumado al impresionante desarrollo de la economía china, evolucionando de un régimen socialista al capitalismo, la hegemonía norteamericana empezó a declinar.
Noviembre de 2007, las autoridades financieras chinas anuncian que moverán sus acciones, valuadas en trillones de dólares, “hacia monedas más fuertes, en reconocimiento a la evidente debilidad de la divisa estadounidense”.
Este anuncio, sumado a la irresuelta crisis del mercado hipotecario americano, más un pronunciado debilitamiento de otro de los iconos del capitalismo y de Estados Unidos, la industria automotriz, arrastra como plomo al dólar americano hacia la pérdida de su lugar de honor.
Es cierto, en parte la economía canadiense arroja resultados positivos, como el largo superávit gubernamental, el precio internacional del petróleo y otros productos minerales; resultando en un despunte nunca imaginado del Dólar Canadiense. Pero este vuelo del Looney se hace más dramático ante el debilitamiento del Dólar Americano. En pocas palabras, la moneda canadiense está fuerte y la divisa americana está débil.
Los mercados financieros siempre son volátiles, pero más que una burbuja especulativa, la fortaleza del Looney debe ser contemplada como el primer signo de una nueva época en la economía internacional. Toca al gobierno y a los grandes corporativos canadienses adaptarse, hacer los ajustes que requieran las nuevas condiciones internacionales. Diversificar sus mercados y sus proveedores, incentivar los sectores más vulnerables, proteger sus industrias estratégicas.
Es decir, ajustarse a la nueva realidad, donde los mercados internacionales están abriendo al Dólar Canadiense la oportunidad de divorciarse de sus primos del sur.
* Periodista mexicano
(http://www.elcorreo.ca)
Por Sergio Granillo
La moneda canadiense, representada por un pato (“Looney”) ha emprendido un vuelo muy por encima de las predicciones económicas y financieras, no sólo en comparación con el dólar americano, sino frente a otras divisas como el Euro y la Libra Esterlina.
Los canadienses se encuentran sorprendidos y confundidos ante el fenómeno y algunos reclaman que esa “riqueza” se refleje en sus bolsillos.
Nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que va a pasar, pero desde un punto de vista global, la cuestión más importante es la separación de los lazos históricos estructurales entre los Estados Unidos y Canadá. Ambas economías han estado vinculadas desde hace mucho tiempo, debido –claro- a la vecindad territorial.
No debería sorprender en tiempos de la globalización económica que las fronteras territoriales hayan sido superadas gracias a los avances tecnológicos. Una de las premisas de la globalización es que si alguien fabrica cierto producto más barato que tú, debes dejar de producirlo y comprárselo, donde quiera que éste se encuentre.
Desde hace más de una década, los grandes capitales comenzaron a moverse por todo el planeta, en un momento fue Sudamérica el destino de las grandes inversiones en busca de mano de obra barata, luego aparecieron los Tigres Asiáticos, ahora el dinero se reparte entre India, China y Medio Oriente.
En todo este ir y venir de capitales, Estados Unidos siempre había sido el líder. Prácticamente todas las transacciones financieras y mercantiles internacionales se llevaban a cabo bajo un común denominador, el Dólar Americano. Y es que esta moneda era la más sólida, la más estable y la más poderosa del planeta.
Eso es historia. Desde el año 2002, cuando el Euro comenzó a sobrepasar el tipo de cambio contra el Dólar, sumado al impresionante desarrollo de la economía china, evolucionando de un régimen socialista al capitalismo, la hegemonía norteamericana empezó a declinar.
Noviembre de 2007, las autoridades financieras chinas anuncian que moverán sus acciones, valuadas en trillones de dólares, “hacia monedas más fuertes, en reconocimiento a la evidente debilidad de la divisa estadounidense”.
Este anuncio, sumado a la irresuelta crisis del mercado hipotecario americano, más un pronunciado debilitamiento de otro de los iconos del capitalismo y de Estados Unidos, la industria automotriz, arrastra como plomo al dólar americano hacia la pérdida de su lugar de honor.
Es cierto, en parte la economía canadiense arroja resultados positivos, como el largo superávit gubernamental, el precio internacional del petróleo y otros productos minerales; resultando en un despunte nunca imaginado del Dólar Canadiense. Pero este vuelo del Looney se hace más dramático ante el debilitamiento del Dólar Americano. En pocas palabras, la moneda canadiense está fuerte y la divisa americana está débil.
Los mercados financieros siempre son volátiles, pero más que una burbuja especulativa, la fortaleza del Looney debe ser contemplada como el primer signo de una nueva época en la economía internacional. Toca al gobierno y a los grandes corporativos canadienses adaptarse, hacer los ajustes que requieran las nuevas condiciones internacionales. Diversificar sus mercados y sus proveedores, incentivar los sectores más vulnerables, proteger sus industrias estratégicas.
Es decir, ajustarse a la nueva realidad, donde los mercados internacionales están abriendo al Dólar Canadiense la oportunidad de divorciarse de sus primos del sur.
* Periodista mexicano
(http://www.elcorreo.ca)
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