TRATADO DE LIBRE COMERCIO 2.0
(Publicado en https://elqueretano.info/noticias/mirador/)
Octubre 28, 2019.
La
semana pasada, Jesús Seade, Subsecretario para América del Norte de la
Cancillería Mexicana, dijo que Estados Unidos y Canadá estaban a punto de ratificar
el nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), después de que
habían aclarado las dudas de Nancy Pelosi, líder del congreso americano, y
gracias al triunfo del “partido laboral” (sic) en las elecciones federales del
pasado 21 de octubre en Canadá. ¿Seguro?
Esta
noticia me recordó los viejos tiempos cuando iniciaba como periodista, los años
90, y se negociaba el TLC o TLCAN; y cómo a los mexicanos nos prometían que se
iban a unir las fronteras de todo el norte del continente como lo hicieron los
europeos. Se hablaba de que en 10 años habría libre transito de personas de
México hasta el Polo Norte. ¿Realmente fue así?
Qué
contraste ahora con eso del famoso muro de Trump, niños encarcelados en jaulas
si cruzan ilegalmente la frontera entre México y los Estados Unidos. Las
mercancías y las inversiones, esas sí han fluido libremente (o casi… recordemos
las tarifas que impuso Trump al acero, por ejemplo). El Congreso de Estados Unidos
tiene demasiadas preocupaciones en estos momentos, más urgentes que ratificar
dicho acuerdo.
De
hecho, el punto de conflicto (diferencia salarial), es un tema del pasado, con
una solución que suena más que ilusoria: emparejar los sueldos en toda la región.
Eso lo prometió Enrique Peña Nieto a los socios comerciales, pero lo esta
repitiendo Andrés Manuel López Obrador, o casi, ofreciendo una reforma laboral
que resolverá esas diferencias…
Si un 2%
de aumento en los sueldos a trabajadores mexicanos (como menciona Seade) va a
igualar los ingresos de los mexicanos con sus socios de Norteamérica, entonces
Nancy Pelosi no sabe nada de México y sus condiciones económicas.
Por
mucho tiempo se ha culpado a México de robarse empleos de Canadá y Estados
Unidos, al ofrecer mano de obra barata. Lo que yo vi de primera mano, al menos
en Querétaro, es que previo a y en los primeros años del TLC, muchos obreros
mexicanos lograron niveles de productividad por encima de los socios
comerciales. Muchas empresas implementaron sistemas de mejora continua y estándares
mundiales. Lo que ocurrió es que en general los patrones vieron crecer sus
ingresos, pero no reflejaron esos beneficios financieros en salarios. La gente
se cansó de dar más por menos, y la productividad cayó.
Hoy, la
pérdida de empleos no es culpa de México. Sí hay sectores donde aprovechan que la
mano de obra mexicana es buena y barata comparada con Estados Unidos y Canadá;
pero la pérdida de empleos en la América
sajona se debe a la tecnología y los aún más bajos salarios que ofrecen India y
China (pregúntenle a Apple). El otro tema es el futuro que nos alcanza: la
automatización de procesos, los robots, las ventas en línea, que han
reemplazado muchos puestos laborales.
El
capitalismo no es para los trabajadores, es para los dueños del capital, o sea
todo lo que signifique aumento en ingresos, ese será el camino a seguir, no
importa la pérdida de empleos.
Y
mientras tanto en Canadá, Justin Trudeau, líder del Partido Liberal, logró
reelegirse como Primer Ministro, pero perdió la mayoría en el Parlamento. La
buena noticia -coincido con Seade- es que el Ejecutivo canadiense tiene la
voluntad de seguir adelante con el renovado acuerdo comercial, pero ha habido
dudas de parte de la oposición en el Parlamento.
Aunque
el tema sí formó parte de las plataformas electorales de los principales
partidos políticos canadienses, durante la breve pero intensa campaña electoral
(40 días), no se habló de eso. Los temas eran los impuestos, los déficits
gubernamentales, de la promesa pendiente de Trudeau de dotar de medicamentos
gratuitos a la gente (actualmente, el gobierno provee la mayoría de los
servicios de salud sin costo para el paciente); oleoductos, cuidado del
ambiente y apoyos en general a las clases medias.
México
ya aprobó el nuevo tratado de libre comercio, pero el camino hacia su ratificación
en Estados Unidos y Canadá, es más que un trámite: Allá el poder legislativo
obedece al ejecutivo, por estos lares, los poderes discuten, pelean, se
convence o se negocia o se cancela. Y para gringos y canadienses el NAFTA 2.0
no es un tema relevante.
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