NUEVOS TIEMPOS POLITICOS
(Publicado en El Correo Canadiense)
Por Sergio Granillo
No es solamente el invierno canadiense lo que ha cambiado, el ejercicio político en Norteamérica bulle con cambios que no sabemos hacia dónde nos dirigen…
Stephen Harper, el electo Primer Ministro de Canadá ha iniciado el llamado proceso de transición de poderes, lo mismo ocurre al interior del nuevo Parlamento. Tras las heridas de guerra, los contendientes se lamen las heridas, pues la política se basa en alianzas y pactos; los actuales gobernantes de las provincias canadienses y alcaldes redefinen sus lealtades y se reconforman los equipos de trabajo.
Uno de los primeros cambios arrojados tras el triunfo de los Conservadores, es que la mayoría de los quebequenses han dejado atrás la inquietud separatista; no obstante, el nuevo grupo en el poder tiene la tarea de consolidar ese logro incorporando en posiciones políticas importantes a personajes de las provincias francófonas.
La administración de los recursos públicos es el corazón del ejercicio político, es ahí donde se ponen en marcha todos los ofrecimientos hechos en campaña, teniendo que encontrar los fondos financieros para ello, sin afectar otras áreas.
Aunque los fondos financieros de Canadá son muy superiores a los de cualquier país de América Latina, más en últimas fechas que el “Looney” (Dólar Canadiense) ha tomado una fortaleza inusitada, los gastos para mantener operando una nación son siempre insuficientes.
Stephen Harper y su nuevo equipo de colaboradores tendrá que hacer lo que prometió, como la reducción de las tasas impositivas y -al mismo tiempo- aumentar y mejorar los servicios de salud y el apoyo a familias para el pago de estancias infantiles (Day Care).
A la hora de hacer promesas electorales y de señalar errores y malos manejos en la administración pública, usualmente se pasa por alto lo compleja que es la burocracia. Desde hace muchos años, teóricos de la política y la administración, han buscado sin éxito acabar con “el poder del escritorio” (definición literal de burocracia), y su natural papeleo.
Los políticos que se inician en el ejercicio del gobierno se topan con la cruda realidad, la enorme complejidad de la administración pública, la burocracia. Van descubriendo territorios totalmente desconocidos en cuanto a la demanda de recursos para mantener operante cualquier país; la necesidad de sacar más dinero a la ciudadanía, lo que va mermando su “capital político”. Enfrentan también las limitaciones legales y de procedimiento para la ejecución del gasto, así como el enorme peso de la rendición de cuentas.
“AMERICANOS, ADICTOS AL PETRÓLEO”: BUSH
Y hablando precisamente de lo que “mueve a un país” y la responsabilidad de los gobiernos de proveerlo, el pasado martes 31 de enero, el Presidente de los Estados Unidos, George Bush, sorprendió a medio planeta al señalar en su informe de gobierno que los “americanos tienen que reconsiderar su adicción al petróleo, porque están llegando al límite las reservas que los alimentan desde el Medio Oriente”.
De manera inesperada, Bush reconoció le enorme dependencia que tiene su nación del petróleo, específicamente del proveniente del Medio Oriente, cuyo aprovisionamiento planea reducir en un 75% en los próximos 20 años; reconoció que Canadá y México también son importantes proveedores de petróleo.
El Presidente Bush encaminó dichas declaraciones en el sentido de que es necesario empezar a buscar fuentes alternativas de energía, que protejan la ecología. Sin embargo, es la primera vez que reconoce tan abiertamente el papel que juega el petróleo proveniente del Medio Oriente en la viabilidad económica del país más poderoso del mundo.
Varias consideraciones se pueden hacer al respecto, una de ellas es que la administración Bush muestra ya un gran desgaste en su “capital político”, y realmente tal afirmación sonó como a una justificación de sus despliegues militares –secundados por Canadá, por cierto- hacia Medio Oriente, para garantizar a Estados Unidos el abasto del preciado energético que yace en el subsuelo de esa región.
A explicación no pedida, acusación manifiesta; diría mi abuela. Paulatinamente, el apoyo de la sociedad americana a la famosa guerra contra el terrorismo se diluye; las declaraciones de Bush entorno al petróleo del Medio Oriente parecen un intento de decirle a sus ciudadanos, “las guerras, en la que diariamente mueren soldados americanos -y muchísimos inocentes de aquellas latitudes-, obedece al apetito desmedido de ustedes, mis queridos conciudadanos; allá mueren para que ustedes vivan y despilfarren energéticos, como lo hacen”.
Pareciera que el Imperio ha perdido también a uno de sus más poderosos pilares, el ahora extitular de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Alan Greenspan; el único ser humano capaz de alterar todas las bolsas financieras del mundo con sus decisiones.
¿Hacia dónde se dirige la América del Norte, entre el debilitamiento americano y la novatez del nuevo Primer Ministro, Stephen Harper?
Por Sergio Granillo
No es solamente el invierno canadiense lo que ha cambiado, el ejercicio político en Norteamérica bulle con cambios que no sabemos hacia dónde nos dirigen…
Stephen Harper, el electo Primer Ministro de Canadá ha iniciado el llamado proceso de transición de poderes, lo mismo ocurre al interior del nuevo Parlamento. Tras las heridas de guerra, los contendientes se lamen las heridas, pues la política se basa en alianzas y pactos; los actuales gobernantes de las provincias canadienses y alcaldes redefinen sus lealtades y se reconforman los equipos de trabajo.
Uno de los primeros cambios arrojados tras el triunfo de los Conservadores, es que la mayoría de los quebequenses han dejado atrás la inquietud separatista; no obstante, el nuevo grupo en el poder tiene la tarea de consolidar ese logro incorporando en posiciones políticas importantes a personajes de las provincias francófonas.
La administración de los recursos públicos es el corazón del ejercicio político, es ahí donde se ponen en marcha todos los ofrecimientos hechos en campaña, teniendo que encontrar los fondos financieros para ello, sin afectar otras áreas.
Aunque los fondos financieros de Canadá son muy superiores a los de cualquier país de América Latina, más en últimas fechas que el “Looney” (Dólar Canadiense) ha tomado una fortaleza inusitada, los gastos para mantener operando una nación son siempre insuficientes.
Stephen Harper y su nuevo equipo de colaboradores tendrá que hacer lo que prometió, como la reducción de las tasas impositivas y -al mismo tiempo- aumentar y mejorar los servicios de salud y el apoyo a familias para el pago de estancias infantiles (Day Care).
A la hora de hacer promesas electorales y de señalar errores y malos manejos en la administración pública, usualmente se pasa por alto lo compleja que es la burocracia. Desde hace muchos años, teóricos de la política y la administración, han buscado sin éxito acabar con “el poder del escritorio” (definición literal de burocracia), y su natural papeleo.
Los políticos que se inician en el ejercicio del gobierno se topan con la cruda realidad, la enorme complejidad de la administración pública, la burocracia. Van descubriendo territorios totalmente desconocidos en cuanto a la demanda de recursos para mantener operante cualquier país; la necesidad de sacar más dinero a la ciudadanía, lo que va mermando su “capital político”. Enfrentan también las limitaciones legales y de procedimiento para la ejecución del gasto, así como el enorme peso de la rendición de cuentas.
“AMERICANOS, ADICTOS AL PETRÓLEO”: BUSH
Y hablando precisamente de lo que “mueve a un país” y la responsabilidad de los gobiernos de proveerlo, el pasado martes 31 de enero, el Presidente de los Estados Unidos, George Bush, sorprendió a medio planeta al señalar en su informe de gobierno que los “americanos tienen que reconsiderar su adicción al petróleo, porque están llegando al límite las reservas que los alimentan desde el Medio Oriente”.
De manera inesperada, Bush reconoció le enorme dependencia que tiene su nación del petróleo, específicamente del proveniente del Medio Oriente, cuyo aprovisionamiento planea reducir en un 75% en los próximos 20 años; reconoció que Canadá y México también son importantes proveedores de petróleo.
El Presidente Bush encaminó dichas declaraciones en el sentido de que es necesario empezar a buscar fuentes alternativas de energía, que protejan la ecología. Sin embargo, es la primera vez que reconoce tan abiertamente el papel que juega el petróleo proveniente del Medio Oriente en la viabilidad económica del país más poderoso del mundo.
Varias consideraciones se pueden hacer al respecto, una de ellas es que la administración Bush muestra ya un gran desgaste en su “capital político”, y realmente tal afirmación sonó como a una justificación de sus despliegues militares –secundados por Canadá, por cierto- hacia Medio Oriente, para garantizar a Estados Unidos el abasto del preciado energético que yace en el subsuelo de esa región.
A explicación no pedida, acusación manifiesta; diría mi abuela. Paulatinamente, el apoyo de la sociedad americana a la famosa guerra contra el terrorismo se diluye; las declaraciones de Bush entorno al petróleo del Medio Oriente parecen un intento de decirle a sus ciudadanos, “las guerras, en la que diariamente mueren soldados americanos -y muchísimos inocentes de aquellas latitudes-, obedece al apetito desmedido de ustedes, mis queridos conciudadanos; allá mueren para que ustedes vivan y despilfarren energéticos, como lo hacen”.
Pareciera que el Imperio ha perdido también a uno de sus más poderosos pilares, el ahora extitular de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Alan Greenspan; el único ser humano capaz de alterar todas las bolsas financieras del mundo con sus decisiones.
¿Hacia dónde se dirige la América del Norte, entre el debilitamiento americano y la novatez del nuevo Primer Ministro, Stephen Harper?
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