VOTO MIGRANTE: ¿UN CABALLO DE TROYA?

(Publicado en El Correo Canadiense)
Por Sergio Granillo

No debe sorprendernos el rotundo fracaso que significó el intento del Gobierno de México por captar los votos de 11 millones de emigrantes, algunos los llaman (auto) exiliados, mexicanos en el extranjero; que representó una inversión de 40 millones de dólares y que únicamente logró el registro de alrededor de 10 mil personas.

Una vez que pasó la euforia por el cambio de poderes en Canadá, volvemos la mirada al terruño, que este año tendrá una vez más elecciones federales; la importancia de este proceso en México radica en que se pondrá a prueba la “joven democracia”, si fue un éxito o un fracaso, si los viejos dinosaurios volverán al poder o México se dirige a un estado de inestabilidad política.

Desde el momento en que Vicente Fox ganó la Presidencia de México, se especuló que su gran logro fue sacar al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de Los Pinos (residencia presidencial), y no podría hacer nada más. El pacífico traspaso de poderes entre el régimen político que duró más de 70 años en el poder – el más longevo a nivel mundial-, al extremista conservador Partido Acción Nacional (PAN), vinculado con las clases empresariales y el clero mexicano, siempre fue considerado como un primer paso.

Y desde entonces, ya hace casi 6 años, se esperaba con inquietud la llegada de la siguiente administración que podría confirmar o revertir, este llamado triunfo de la democracia.

Para desencanto de unos, el viejo dinosaurio (PRI) murió hace muchos años, algunos de sus miembros han ido de un partido a otro (sobre todo al PRD), como arma de supervivencia personal. Entonces, el sueño de retomar las riendas del poder en México de los priistas, no representa el escenario más realista.

Otros creen que pasará como en los “viejos tiempos”, que teniendo el PAN la Presidencia la sucesión quedaría en casa, y esto ha desatado pugnas internas entre los panistas. Sin embargo, la experiencia nos muestra que los blanquiazules no conocen la lealtad; traicionaron a las asociaciones empresariales que las llevaron al poder y a la misma clase burguesa de donde emanaron; de ahí el regreso del PRI en importantes ciudades y estados, un ejemplo es la norteña e industriosa ciudad de Monterrey.

Los más confiados en ganar las próximas elecciones, son los miembros del izquierdista Partido de la Revolución Democrática, creado por desertores del PRI. El exalcalde de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, ganó mucha popularidad repartiendo “limosnas” a sus ancianitos, construyendo los endebles “segundos pisos” sobre importantes vialidades, abriendo universidades en lugar de combatir la criminalidad en la ciudad, y gastando millones en espectáculos abiertos en el Zócalo capitalino cada fin de semana.

Tener tres partidos fuertes para las elecciones podría conducir a un empate técnico, por eso han cobrado importancia los pequeños partidos, capaces de inclinar la balanza, en caso de que el sistema político mexicano quede en el limbo.

El Partido Verde Ecologista es quizá, como el NDP en Canadá, el más sólido de estos grupos, pero han otros surgido grupos de apoyo a los personajes políticos que fueron rechazados por los partidos grandes, bueno hasta el pasado de moda Subcomandate Marcos, sí el carismático defensor de indígenas en Chiapas, ha iniciado su propia campaña política en motocicleta, quizá inspirado (como buen comunicólogo que es) en la más reciente película basada en el Ché Guevara, Diarios de Motocicleta, protagonizada por el mexicano Gael García Bernal.

Otros voltearon al norte, y vieron una “mina de oro” en votos de los emigrantes, particularmente en los Estados Unidos, donde se estima que viven alrededor de 20 millones de mexicanos, la mayoría ilegales que han tenido que huir del país para sobrevivir. Finalmente, se autorizó un presupuesto de 40 millones de dólares para hacer posible el voto de mexicanos desde el extranjero.

¿Alguien les preguntó a los emigrantes mexicanos si querían votar? Claro que no, ellos saben que sólo se busca aumentar la masa de votos disponibles para que los “mapaches” de las 3 fuerzas políticas hagan de las suyas… rellenen urnas y cambien boletas.

Las autoridades electorales, ingenuamente, prometen absoluta confidencialidad en los datos que los emigrantes aporten, ya que es necesario enviar nombre, dirección y teléfono, además de pagar 30 dólares por el envío a México. Olvidan que no hace mucho fue un escándalo el robo de las bases de datos del IFE para venderlo a una compañía norteamericana.

¿Podría ser éste un ardid de Bush para tenerlos claramente ubicados? Ante un posible “Caballo de Troya”, los emigrantes han preferido no emitir su voto para elegir al nuevo Presidente de México. ¿Quién puede creer en la política mexicana o respaldarla cuando los políticos mexicanos están dejando erigir el muro de la vergüenza en la frontera con Estados Unidos?

Comments

Unknown said…
Mas bien, creo que como tu mismo señalas:
"Para desencanto de unos, el viejo dinosaurio (PRI) murió hace muchos años, algunos de sus miembros han ido de un partido a otro (sobre todo al PRD), como arma de supervivencia personal. Entonces, el sueño de retomar las riendas del poder en México de los priistas, no representa el escenario más realista."
los priístas están vivitos y coleando, para ejemplo un botón:
¿Quién es el negociador político del PJe? o ¿Quién es el candidato que se impuso a las otras tribus del PRD para el GDF? o bien, ¿Quién coordina las acciones de la campaña de AMLO en distintos estados de la República? y esos sólo son algunos.
Un Saludo,

P.D.
Manuel Camacho Solís, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, en ese orden, todos ellos expriístas.

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