¿DONDE APRENDIERON ESAS MAÑAS?

Angeles y Demonios
No. 1 (April 26)

¿DONDE APRENDIERON ESAS MAÑAS?
Por Sergio Granillo

Cuando uno deja atrás su país, emigrando al anhelado “Primer Mundo”, pensando que difícilmente verá corrupción, resulta sumamente atractivo enterarse de cómo “en todos lados se cuecen habas”, que en mexicano quiere decir que –por desgracia- hay fenómenos que son inherentes a la naturaleza del hombre, como la corrupción.

“Si los hombres fueran ángeles, no harían falta leyes…” reza una frase común en el ámbito legal. Me resulta altamente didáctico ver cómo se desenvuelve el “mundillo” político en Canadá, comparado con México y el incomprensible regreso del alcalde de la Ciudad de México, rebelándose contra el Presidente Fox y contra la ley, teniendo un enorme respaldo popular, pero el repudio de muchos sectores de clases medias y adineradas.

Al mejor estilo del Tercer Mundo, el Primer Ministro de Canadá, Paul Martin, es señalado por la opinión pública por haber “tolerado” o “no haberse dado cuenta” del desvío de fondos públicos para campañas políticas de su Partido Liberal. Ocasión, que por supuesto, la oposición Conservadora, dirigida por Stephen Harper, no ha dejado perder para capitalizar a su favor.

Y en una clara evocación del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y su cínico líder, Jorge Emilio González (conocido en los bajos mundos como “el Niño Verde”), el canadiense líder del New Democratic Party (NDP), Jack Layton, se reúne en “lo oscurito” con el Primer Ministro Martin, para negociar ajustes al presupuesto que defiende su fracción parlamentaria, a cambio de apoyarlo para que no se cumplan los planes de los Conservadores de llamar este año a elecciones.

Cuando vi a Paul Martin en una declaración televisada a todos los canadienses -hecho calificado como insólito-, pidiendo disculpas por el escándalo del desvío de fondos y literalmente pidiendo tiempo a que se termine el Reporte Gomery, no pude más que recordar las caras que mañana tras mañana, noche tras noche, tenemos que ver en los televisores y en los periódicos del Presidente Vicente Fox y el alcalde Andrés Manuel López Obrador.

Los canadienses tienen la gran fortuna de ver con menor frecuencia a sus líderes políticos en los medios, sólo cuando aquéllos necesitan cabildear para convocar a elecciones, en comparación con la política mexicana, que siendo cada 6 años las elecciones, tenemos 5 años antes un desfile de “suspirantes” invadiendo los hogares mexicanos de día, tarde y noche.

El Presidente Fox tiene su programa sabatino de radio, no sé si alguien lo escucha, claro. Mientras que el alcalde de la capital mexicana, decidió absorber todas las mañanas de la prensa mexicana, todas, absolutamente, de lunes a viernes, para no dejar espacios vacíos en la agenda de los medios nacionales.

Ese es el punto, ¿hasta donde las disputas de la arena política deben invadir el espacio vital, cotidiano, de la ciudadanía?

El caso de la convulsionada vida política mexicana, en días recientes, ha dado pie a su observación desde la Casa Blanca y en los medios noticiosos norteamericanos, pues la visualizan como una de las grandes razones por las que crece la ola migratoria a los Estados Unidos, en “perjuicio” –dicen los americanos- de su economía y de su bienestar.

Tan agitados están los ánimos en la lucha por la adelantadísima sucesión presidencial mexicana, que invade los espacios cotidianos de otras naciones en el mundo y genera preocupación en los mercados financieros.

Definitivamente fuera de todo marco legal se está dando esta lucha por el poder entre Fox y López Obrador, pues este último que fue despojado de su protección legal y de su cargo, por decisión del Congreso, con miras a quedar sujeto a un proceso judicial y más tarde aprisionado, ahora regresa a ejercer su cargo, argumentando una controversia constitucional.

Acto que más parece fruto de un acuerdo de oscuras fuerzas bajo la mesa, esas desconocidas manos que conducen los destinos de los mexicanos al margen de la legalidad, detrás de ella, en la penumbra, llegando a acuerdos que todos desconocemos y a componendas que no sabemos a qué conducirán.

Mi primer contacto con este escándalo en la política canadiense, me refuerza la opinión que tenía en el sentido de que, como organización humana, el gobierno canadiense sufre desvíos ilegales, pero éstos se pagan en aras del bien común (status quo), aunque en el camino otras fuerzas políticas se beneficien. Es el juego de la política, que no es lo mismo que el descontrol total y la ausencia de un Estado de Derecho, como ocurre en otras latitudes.

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