LOS NUEVOS PIRATAS…

LOS NUEVOS PIRATAS…
NO DEL CARIBE, SINO DE ASIA
Por Sergio Granillo


El fin de semana fui al cine, no me quería perder la película (recién estrenada en México) de “La Maldición del Perla Negra”, y en especial porque revive el ya legendario juego de Disneyland, “Los Piratas del Caribe”. Además de disfrutar los efectos visuales y las actuaciones de los protagonistas, me quedé pensando, cómo recordará el mundo dentro de cien años a los nuevos piratas…

En México, la industria disquera está al borde del colapso debido a que son más los discos que se venden en el mercado negro, conocidos precisamente como “discos piratas”, que las versiones originales. Y, así como en la película, el personaje que debiera ser el villano, de pronto se convierte en el héroe de la historia y es donde empezamos a confundir los roles morales de la historia.

Se dice que el capital no tiene moral, y podríamos decir que el comercio está empezando a rayar en esos terrenos también, se hace casi todo por vender, por ganar mercados. En el caso de los países latinoamericanos, la industria del entretenimiento tiene un gran aliado y un gran enemigo, la piratería…

¿La razón? La fórmula para convertir en exitoso un lanzamiento, llámese un disco, una película, una obra de teatro o un artista enterito es la publicidad; llenar de spots la radio y la televisión para que la gente conozca y desee tener en sus manos a ese producto, que seguramente en unas semanas está totalmente desgastado y será sustituido por otro gran lanzamiento.

Cuando el mercado tiene la capacidad de compra para aguantar esos “bombardeos” publicitarios, pues la relación entre la promoción y las ventas del producto son directas, pero qué pasa cuando hay un enorme bombardeo, ni más ni menos como un ataque de una flota hacia un indefenso pueblo a orillas del mar, pero no hay poder de compra, claro, surge la piratería.

Por ejemplo, a dónde van a parar los ingresos de un disco de música, pues el producto en el mercado tiene un valor de $15 a $20 US dólares, mientras que fabricarlo (en grandes cantidades) cuesta menos de un dólar, claro se debe contar lo que recibe el cantante, los músicos, autores, diseñadores, etc. Pero los artistas han denunciado que por cada disco vendido no reciben ni un dólar. ¿Qué hace tan caro un producto, que muchas veces de 15 tracks sólo dos valen la pena?

Ante un producto de alta demanda (empujada por la incesante publicidad), a un costo alto para el mercado latino (el sueldo mínimo en México es de $150 dólares al mes), con características que continuamente lo hacen altamente perecedero (pues en pocas semanas sale un nuevo artista, casi copia del anterior, con otro disco), la solución surge por sí misma: La piratería… ¿Porqué pagar por un disco de esas características $15 dólares , si lo puedo comprar en un mercado callejero (tianguis) por $1.50 dólares?

Siguiendo una histórica herencia, quizá, los hispanos han hecho de la piratería una gran industria, que no sólo ofrece productos a precios muy bajos, sino que genera empleos y da una satisfactoria salida a esa necesidad sicológica creada por los medios masivos de “tener en casa” al artista consentido y su música, entre muchos otros productos de moda y otros de mayor utilidad en casa.

Pero la piratería no es privativa de los herederos de los viejos bucaneros españoles, ahora China repite la historia que a finales de la Segunda Guerra Mundial escribió Japón; copia todo tipo de productos y mercancías y las ofrece al mercado a un precio mucho menor al promedio del mercado.

Esta romántica leyenda de piratas se convierte en nuestros días en una situación que ya está poniendo en alerta a muchas naciones, cuya industria está siendo dramáticamente desplazada por los incontables productos “Made in China”. Y es que ya es impensable la variedad de cosas que esta nación está fabricando, habiendo empezado con juguetes, artículos electrónicos, figuras decorativas, en otras, ahora se lanza al mercado con la fabricación de estatuas de santos, como el recién canonizado San Juan Diego y canastitas que solían ser artesanías de indígenas mexicanas.

¿Qué está pasando? Según datos oficiales, justamente este año, China se distingue del resto del mundo por su inusitado crecimiento económico, pues mientras en promedio el resto del mundo crecerá 3%, el Producto Interno Bruto (PIB) chino será de 7%. Tan sólo en el primer semestre de este año, las exportaciones chinas crecieron en un 34%.

De seguir esta tendencia, y considerando a la reubicación de muchas industrias que buscan la mano de obra barata china dejando varias naciones sin empleos, la economía mundial se está viendo en serios problemas, pues el peso de la economía de esa nación asiática representa el 13% del PIB Mundial.

Producir casi cualquier mercancía en China ofrece una mano de obra de 50% a 75% más barata que en otros países, a lo que se agrega una subvaluación del Yuan, la moneda oficial china.

Este fenómeno está afectando primeramente a otras naciones asiáticas; por ejemplo, en México, las importaciones chinas han desplazado sobre todo a productos que antes provenían de Japón, Corea o de Taiwán. En la nación azteca, las importaciones chinas aumentaron 43% de enero a mayo de este año, pero si consideramos el total de importaciones asiáticas, se registra sólo un aumento de 1.4%.

Bajo el nombre de piratería, toda esta situación nos hace imaginar batallas, ya no en el mar, desde elegantes barcos, sino en las calles, en los puestos de los mercados y tradicionales tianguis mexicanos, donde los productos falsificados, tanto orientales, como los mismos que se fabrican en México, y otros que entran de “contrabando” por las fronteras con Estados Unidos, luchan por “conquistar” las precarias economías de los hogares mexicanos. Ya veremos qué sucede con los nuevos piratas del siglo XXI.

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