¿POLÍTICA SIN ECONOMÍA O VICEVERSA?

¿POLÍTICA SIN ECONOMÍA O VICEVERSA?
Por Sergio Granillo

La política y la economía están en crisis en México. Del primero, basta recordar la petición de “tregua” del Presidente Fox, la paranoia del gobernador de la Ciudad de México, el perredista Andrés Manuel López Obrador, los video escándalos, las pugnas pre y post electorales, la inoperancia legislativa o los mil y un apuntados para ser Presidente de la República.

Del segundo, y a pesar de las cifras alegres de Foxilandia, el hecho de que la economía informal sea aproximadamente la mitad del PIB nacional y otra buena parte lo generen las remesas de inmigrantes, superando los ingresos petroleros y la inversión extranjera directa, reflejan un estado de crisis. Sobre este punto, quiero retomar un análisis que hace de la economía mexicana el exsecretario de hacienda de la época Salinista, Pedro Aspe, en la revista Este País.

Aspe Armella afirma que el futuro político y el futuro económico de México están interrelacionados; hace un recuento de las grandes reformas que se hicieron entre la década de los 80’s y la de los 90’s, que dieron pauta a la firma del NAFTA y concluye que, además –claro- de la inestabilidad e indolencia política (que de plano se niega a hacerse responsable de la economía…), la causa principal de la crisis que vive México en lo económico es la pérdida de competitividad.

Explica que en su época se hicieron dos grandes tipos de reformas, una para la estabilidad económica (fiscal, banco central, deuda externa, etc.) y otras para transformar la economía (apertura comercial y desregulación). Esto le permitió a México alcanzar los niveles de productividad que tenían en ese momento Estados Unidos y Canadá, pero llegó un punto en que la productividad se desplomó…

La falta de reformas estructurales que permitieran la continuidad del modelo neoliberal fue una causa. Igualmente, señala Aspe, México ha perdido competitividad debido a que los energéticos -que maneja el Gobierno casi en su totalidad- han trasladado sus ineficiencias a los consumidores, subiendo precios, que ya alcanzan el doble en comparación con los de Estados Unidos y Canadá, repercutiendo en la competitividad de las empresas mexicanas.

Además, la inversión pública en infraestructura, que soporte el crecimiento económico de la planta productiva, ha caído dramáticamente, frente a un alza “explosiva” (sic) en el gasto corriente en la administración foxista, alcanzando un incremento del 29% acumulado.

Ante este panorama, Aspe sugiere dos medidas urgentes, una es aplicar los recursos del sistema de ahorro para el retiro -que según otros analistas causó la crisis financiera del Seguro Social-, para que se inviertan en instrumentos de deuda pública que capitalice al gobierno y se detone la inversión pública en infraestructura. Así como reducir el precio de los energéticos, igualándolos con los de Estados Unidos y Canadá.

De mi parte, considero que además valdría la pena contemplar poner fin al monopolio energético y dejar entrar a firmas extranjeras, lo que afectaría los ingresos del sector público, pero devolvería competitividad a la planta productiva.

En el tema del sistema de ahorro para el retiro, es indiscutible que tal medida, igual que muchas reformas que se han hecho en el esquema tributario en los últimos años han ido encaminadas a “fortalecer” a la banca, pues su teoría es que se debe fortalecer el ahorro en México, lo cual es inaudito si antes no se logra recuperar el ingreso de la población y el poder adquisitivo de la población.

Actualmente, en el ámbito público el diferencia entre el sueldo más bajo y el más alto es de 53 veces, en el sector privado es de 63 veces y si se compara con el salario mínimo sería de 243 veces. Mientras que en los países del primer mundo este diferencial es de casi la mitad.

Fortalecer el ahorro no es más que una falacia que sólo ha enriquecido a los banqueros, que en su gran mayoría ya son empresas extranjeros, pues todos los bancos mexicanos quebraron.

Hace falta separar la economía de la política, pero en el sentido de que los puestos en gobierno dejen de ser el principal modus vivendi de casi la mitad de los mexicanos, ya que detrás de cada gran “hueso” (puesto político obtenido por compadrazgo) hay un séquito de familiares y amigos que se cuelan cada seis o cada tres años y, claro, el sustento de la “tribu” los hace pelear sin pudor y sin moral por aferrarse en el poder.

“Vivir fuera de la nómina es vivir fuera de la realidad”, se dice entre la burocracia mexicana; pues en el “mundo real” el desempleo es altísimo, los sueldos raquíticos y las jornadas laborales inhumanas.

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